La vida en pareja es uno de los factores más íntimamente relacionados con la felicidad del individuo. Para la mayoría de personas, la vida es inconcebible sin un compañero o compañera con quien compartirla. Sin embargo, las relaciones de pareja sobreviven gracias a un delicado equilibrio que amenaza con romperse ante problemas como el estrés, la rutina, la falta de comunicación o la incapacidad para ponerse en la piel del otro. Ante una situación de crisis, una de las opciones es acudir a terapia de pareja. Pero ¿realmente funciona? ¿Qué problemas puede tratar la terapia de pareja? ¿Qué tipo de soluciones puede aportar?
Es un tratamiento psicológico basado en la psicoterapia que se aplica a personas vinculadas por una relación sentimental que están atravesando una crisis o tienen problemas.
La terapia de pareja es completamente voluntaria e implica a ambos miembros de la relación. En algunos casos, sin embargo, pueden organizarse sesiones individuales para tratar a uno o a ambos cónyuges o miembros de la relación.
Al frente de la terapia suele estar un psicoterapeuta o un terapeuta facultado y con los conocimientos necesarios para orientar a la pareja.
Pese a la creencia popular, la terapia de pareja no se aplica solo a las personas unidas en matrimonio, sino también con relaciones de noviazgo, parejas de hecho, etc.
En algunos casos, incluso los divorciados pueden acudir a terapia sin ninguna intención de retomar la relación, sino para resolver sus conflictos en aras al bienestar de sus hijos.
Los especialistas coinciden: con el amor no basta. A menudo, los factores externos influyen negativamente en una relación de pareja. También se producen, con frecuencia, dinámicas perjudiciales que consumen poco a poco la relación hasta ponerla en peligro o disolverla.
Si nos centramos en la pareja como tal, entendida como la unión sentimental de dos personas, los conflictos más comunes son:
La terapia de pareja proporciona herramientas para construir un espacio de convivencia común, mejorar la comunicación, comprender las necesidades de la otra persona, empatizar con sus emociones, negociar y establecer acuerdos, aprender a resolver conflictos de forma satisfactoria, etc.
Sin embargo, la terapia no tiene como finalidad salvar la relación a toda costa. La solución más beneficiosa, en algunos casos, puede ser la separación. De ser así, el terapeuta fijará como prioridad la ruptura amistosa.
Los problemas en una relación pueden afectar gravemente al bienestar psicológico y la calidad de vida de uno de los miembros, o de ambos. Las consecuencias más comunes son:
Cuando uno de los partícipes sufre alguno de estos síntomas, es de gran importancia identificar si la causa está relacionada con la relación de pareja.
Cuando se trata de una pareja con hijos, hablamos de “familia”. Los problemas en la relación de los cabezas de familia acaban afectando a toda la unidad familiar.
Los problemas habituales en hijos de parejas con problemas, especialmente si hay una separación o un divorcio de por medio, son:
Un gran número de estudios vinculan los problemas parentales con un mayor consumo de drogas, tabaco y alcohol en hijos adolescentes.
El éxito de la terapia de pareja depende, obviamente, de cada caso particular. En general, y basándonos en las estadísticas que manejan los terapeutas, el 70% de las terapias de pareja tienen éxito.
Uno de los factores decisivos en el éxito de la terapia, según los expertos, es buscar ayuda cuando aparecen los primeros síntomas que indican problemas en la relación. Algunas parejas acuden a terapia tras años de acumular resentimiento y frustración, y eso pone en peligro el éxito del tratamiento.
Distintos tipos de terapias de pareja
Aunque compartan el mismo objetivo, los enfoques en terapia de pareja pueden ser muy distintos. Los más conocidos son:
A esta lista habría que añadir los estilos terapéuticos eclécticos, o en otras palabras, terapias que engloban elementos y técnicas de varios de los enfoques que hemos enumerado.
El contenido de las sesiones de la terapia de pareja puede variar dependiendo del enfoque o estilo terapéutico.
Las entrevistas se suelen alternar con juegos de role-playing, ejercicios o incluso tareas para que la pareja desarrolle fuera de la consulta, en el hogar.
El enfoque práctico es casi inevitable en muchos tipos de terapia, lo cual supone un beneficio.
Patricia Arzoz Ochoa
Mi marido no tenía nada claro eso de asistir a terapia de pareja. Tuve que abrirle los ojos para que entendiera que sin ayuda nuestro matrimonio no tenía futuro. Al final le convencí y empezamos con las sesiones. Nuestros hijos, que ya son mayores, nos dicen que notan un gran cambio cuando vienen a vernos. Ahora nos entendemos mejor y nos apoyamos el uno al otro.
Maria Eugenia
Tengo 58 años y mi marido 65. Al poco tiempo de casarnos, hace 37 años, montamos un pequeño hostal en la costa. No tuvimos tiempo para disfrutar del matrimonio. Los primeros años nos iba muy bien, a base de trabajo duro. Pero en los últimos tiempos las deudas nos fueron ahogando, aunque trabajábamos de 12 a 16 horas al día los 7 días de la semana. La tensión y las discusiones eran constantes, dentro del trabajo y también en casa. Llegó un momento en que no nos podíamos ni ver. Hace un año decidimos ir a terapia de pareja. Con solo 5 sesiones entendimos cuál era la fuente de nuestros problemas. Creo que los dos nos desmoronamos y hablamos todo lo que llevábamos años callando. Hubo muchas lágrimas, aunque también nos reímos. Nos quitamos un peso de encima y comprendimos que los dos teníamos que cambiar cosas. Hemos dejado el negocio en manos de nuestros hijos, que lo han vivido desde pequeñitos. Ahora les toca a los jóvenes. Nosotros por fin podemos recoger el fruto de nuestro trabajo y recuperar un poco del tiempo que nos hemos perdido como matrimonio.
Anónimo
Después de 26 años de casados estábamos al borde del precipicio. No celebramos nuestras bodas de plata porque el matrimonio estaba prácticamente roto. Mi hija nos convenció para ir a terapia. Ha sido duro enfrentarnos de golpe a todos los problemas que llevábamos años esquivando. Pero ha merecido la pena. Ahora no somos el matrimonio ideal, pero seguimos queriéndonos y nos hemos reconciliado el uno con el otro.
Manuel Codilla Garrido
Dicen que los hombres somos más reacios a acudir a terapia de pareja. En nuestro caso fue al revés. Yo le insistía a mi mujer y ella se cerraba en banda y actuaba como si no tuviéramos ningún problema. Me costó un poco pero al final consintió en ir. Mi trabajo me mantenía mucho tiempo fuera de casa, soy transportista. Cuando volvía, me sentía como un extraño. Todo era muy frío. Sospechaba que ella se sentía muy sola y que se estaba replanteando la relación. La terapia nos ha venido muy bien. Hemos aprendido a comunicarnos de verdad. He tenido que cambiar cosas en el trabajo para pasar más tiempo con mi mujer, y cuando no tengo más remedio que pasarme unos días fuera, procuramos aprovechar al máximo el tiempo que estoy en casa.
Si deseas compartir experiencias relacionadas con los problemas de pareja, o con la terapia, puedes dejar un comentario. Quizá estés ayudando a otras personas a salvar su relación o salir, al menos, de una situación que les provoca sufrimiento. Envíanos tu testimonio.